Después de 6 años Peñarol volvió a decir presente en la Copa Sudamericana, y lo hizo de la misma manera en que le tocó despedirse allá por el año 2004, con un triunfo de visitante y esta vez en un escenario que lleva el nombre nada menos que de un hombre emparentado con el pasado glorioso de la institución.
Sin ser nada del otro mundo y ante un rival que exigió muy poco, en el Estadio Alberto Spencer de Guayaquil, el equipo carbonero se impuso con absoluta justicia al Barcelona de Ecuador por un tanto contra cero, en un resultado que si bien no ha liquidado la serie lo deja muy bien parado de cara a la clasificación.
El muy buen desempeño de Marcelo Sosa y Arévalo Ríos en la mitad de la cancha a la hora de defender, sumada a la velocidad de Martinuccio y Estoyanoff cuando llegaba el turno de contraatacar, fueron las claves para que Peñarol complicara a un equipo ecuatoriano que prácticamente no hizo traspirar a Sebastián Sosa.
Si analizamos detenidamente el trámite del partido podemos decir que el marcador pudo haber sido mas abultado, si los jugadores aurinegros hubiesen sido más finos a la hora de definir, y si el árbitro venezolano hubiese sancionado un penal claro en perjuicio de Alcoba que ameritaba la expulsión del arquero local. De todos modos, para ser justo con el colegiado, hay que decir que éste perfectamente pudo haber cobrado dos penales dudosos a favor del Barcelona, lo que deja en claro que detrás de sus decisiones no hubo intencionalidad sino falta de jerarquía.
En definitiva Peñarol ganó y se viene a Montevideo con un resultado muy importante. Sin embargo no todo fue bueno en la cálida noche ecuatoriana, ya que la lesión de Pacheco y la inexplicable expulsión de Estoyanoff fueron los puntos negativos en esta nueva presentación internacional del equipo carbonero, que en dos semanas deberá terminar de cerrar esta serie en su favor si quiere avanzar a cuartos de final, donde ya espera el Goias de Brasil que dio la sorpresa eliminando a Gremio.
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